En México es necesario que se impulse una política de envejecimiento y desarrollo poblacional, pues de no hacer nada en el 2050, más de 10 millones de personas de la tercera edad vivirán en condiciones de pobreza, indicaron representantes de diferentes organizaciones.
Carlos Noriega, presidente de la Asociación Mexicana de Afores (Amafore), comentó que presentarán al siguiente gobierno una reforma no sólo en materia de pensiones, sino también en materia fiscal, salud y laboral, con el fin de que las personas de la tercera edad tengan una mayor inclusión en dichos aspectos.
“Lo que primero que queremos es que se reconozca la situación que representa para el país el proceso del envejecimiento y de los retos que ello conlleva (…) el llamado es para la próxima administración y buscaremos un acercamiento con el presidente electo”, dijo en conferencia de prensa.
Recordó que en el país el bono demográfico está cambiando a tal grado que, en el 2050, el 20% de la población será de 65 años o más y la esperanza de vida se irá incrementando en 10 o más años de vida.
Además, indicó que, de no hacer cambios, en el 2050 de los 10 millones de personas de 65 años en adelante, el 55% vivirá con enfermedades crónico-degenerativas; mientras que 6.3 millones de personas vivirán sin tener un ingreso por pensión.
Noriega detalló que la propuesta que presentarán está enfocada en seis ejes temáticos: normatividad de instituciones, mejoramiento y financiamiento al sistema de salud, inclusión social, garantizar finanzas públicas sostenibles, fortalecer el sistema de pensiones y fomentar la cultura del envejecimiento.
“La política de envejecimiento toca el tema del desarrollo económico, el ataque a la pobreza, del empleo, de la distribución del ingreso y la discriminación por edad y género, por lo que se tiene que buscar una estrategia distinta e integral”.
Inclusión al mercado laboral
Manuel Molano, director general adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) mencionó que el próximo gobierno debe preocuparse por crear políticas en el mercado laboral que evitan la discriminación y promuevan una mayor participación de las personas de la tercera edad.
“En México, una persona de más de 45 años de edad es considerado como un activo dañado, por lo que tiene emprender por su cuenta o dedicarse a la economía informal. La realidad es que un adulto entre 45 y 60 años todavía es capaz de seguir laborando”.
Planteó que también se deben crear políticas específicas para las mujeres, ya que tienen mayor esperanza de vida y son relegadas del mercado laboral.
Omar de la Torre, secretario general de Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS) dijo que el envejecimiento es una prioridad para los países de Latinoamérica, pues la esperanza de vida en algunos ligares es mayor a la de los japoneses.
“Nos está sorprendiendo el factor demográfico, México ya tiene este fenómeno encima, y nadie quiere una vejez pobre, por lo que debe definir políticas de envejeciendo que garanticen una mejor calidad de vida”.
Expuso el caso de Canadá, donde marcaron pautas en políticas de envejecimiento que se basan en la independencia del adulto mayor a través de una mayor inclusión en el mercado laboral.
Pensiones dignas
Enrique Díaz Infante, director especialista en el sector financiero del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), abundó en que en materia de pensiones se deben hacer cambios fundamentales como ampliar las aportaciones y la edad de retiro conforme se incremente la esperanza de vida.
Enfatizó que, de no hacer cambios, las finanzas públicas se verán presionadas o bien se seguirán haciendo recortes en salud, educación o infraestructura para pagar las pensiones.
Al respecto, Luciano Devars, presidente del Colegio Nacional de Actuarios (CONAC), explicó que las personas tienen que trabajar entre 40 y 45 años dentro de la formalidad para lograr una pensión digna.
“Con las aportaciones actuales tendrías que ahorrar alrededor del 20% para que después de jubilarte, tengas con qué vivir en los próximos 10 años”.
A su parecer, para mejorar las pensiones se deben trabajar bajo cuatro pilares: el financiamiento de las instituciones de seguridad social, las afores, los programas sociales y un programa personal del trabajador, en donde pueda trabajar con incentivos de la empresa.
Este artículo apareció el martes 19 de junio 2018 en El Economista.