16-08-2022 09:08
Arena Pública
La debacle financiera de Crédito Real, Alpha Credit y UNIFIN es mala noticia para la inclusión financiera de las Mipymes, con repercusiones negativas para la movilidad social.
A la memoria de Amparo Serrano Espinosa,Integrante del Consejo Directivo del CEEY, Q.E.D.P
La crisis económica detonada por la pandemia afectó, principalmente, al sector productivo de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPyMES), que es donde hubo mayor cierre de empresas y pérdida de empleo. En consecuencia, los intermediarios financieros que atienden a estas empresas y a sus empleados están también entre los más afectados.
Bajo este contexto se inscribe el actual proceso de reestructura de adeudos de Crédito Real, Alpha Credit y UNIFIN cuya debacle financiera es mala noticia para la inclusión financiera del sector productivo micro, pequeño y mediano, con repercusiones negativas para la movilidad social.
De acuerdo con el INEGI1, en 2020 la crisis hizo que cerraran poco más de un millón de un total de 4.9 millones de establecimientos MIPyMES, es decir, el 20.81% de estos. La misma fuente estima que el 80% de las empresas habrían sufrido disminución de ingresos y que se perdieron 1.14 millones de empleos formales y alrededor de 5.5 millones informales. Y aunque gran parte del número de establecimientos se ha restablecido y el número de empleos formales e informales se ha recuperado, la precariedad de los mismos ha impactado negativamente en la productividad y el crecimiento del país.
El INEGI ha informado que el número de establecimientos MIPyMES actuales es de 4.9 millones2 y el número de personas ocupadas para junio de 2022 es de 57.4 millones de personas3, cifras similares a las pre-pandémicas. No obstante, se estima que el PIB regrese a su nivel de 2019 hasta 2023 o 2024. Por eso no sorprende que estas entidades financieras, cuya clientela se compone principalmente por MIPYMES, estén entre las más emproblemadas para repagar los créditos que solicitaron para fondear su actividad.
Los problemas financieros de estos intermediarios financieros representan un reto considerable para la movilidad social, por la relación positiva que existe entre inclusión financiera de las MIPYMES y la mejora en el bienestar socioeconómico de las personas. A decir del Banco Mundial (2014) en su “Reporte sobre el Desarrollo Financiero” el acceso al financiamiento para las empresas, principalmente las pequeñas y jóvenes se asocia con innovación, creación de empleo y crecimiento. En ese sentido es que generan mayor movilidad social.