Patricia López (Autora)
Enrique Díaz-Infante y Gustavo A. Del Ángel (Coordinadores)
El presente reporte muestra que existe una relación positiva entre la inclusión financiera de las mujeres y la movilidad social. Si se logra que las mujeres tengan una participación más activa en el sistema financiero, estarán en mejor posición para poder decidir sobre el uso y destino de sus recursos.
Se presentan diversos hechos que ilustran el problema de baja inclusión financiera de las mujeres en México, de la brecha de género que existe al respecto y de los impactos negativos que esto tiene en la movilidad social de la población en general. Los problemas de baja inclusión financiera y de brecha de género, encuentran su origen —en gran medida— en el mercado laboral. Las mujeres, en comparación con los hombres, perciben menos ingresos provenientes de empleos formales. Además, muchas de ellas reciben salarios más bajos, lo que repercute en las posibilidades de ahorro, inversión, acumulación de capital y bienes, y en sus posibilidades de acceso a productos de crédito y financiamiento.
Se presentan varias propuestas, algunas fuera del ámbito del sistema financiero, que ayudarían a la incorporación de las mujeres al mercado laboral formal y a su protección social en la edad adulta. Tal es el caso de la propuesta de crear un sistema integral de cuidados, así como crear pensiones o seguros para ayudar a aliviar la presión financiera de las mujeres asociada con la edad adulta.